Mucho talento para tan pocos medios

Una prueba más de ese teatro pobre y sencillo, sello de un teatro argentino nacido entre agudas crisis políticas y económicas de un pueblo eminente creativo entre el ingenio de la picaresca y la voluntad de la inocencia: Fernanda Orazi y El rumor analógico de las cosas. El título revela por sí mismo un afán de retórica, una dicción un poco altisonante. Pero la esencia de esta pieza es básicamente humorística y medular sobre los aconteceres del teatro y los mecanismos y métodos que conforman la naturaleza del actor; y la naturaleza del autor.

A uno le cuentan con frecuencia cómo fue surgiendo el teatro actual de la Argentina, tan asentado ya y tan sorprendente en España. Te cuentan, con riqueza de gesto y barroca verbalidad, los pisos particulares, las reuniones de amigos en las que se gesta un espectáculo; ese proceso doméstico de la creación está aquí, explícito, en la práctica y la teoría de El rumor analógico.


Fernanda Orazi es una excelente actriz, como demuestra, por ejemplo, en Ojos y Las criadas, de Pablo Messiez. Es lo primero que conozco de ella como autora; y tampoco estoy seguro de que así, como evidencia la dramaturgia de El rumor analógico…, se escriba y se dirija un texto. Hay que dar fe de que detrás de la buena interpretación de todo el elenco se esconde un extraordinario conocimiento del teatro, de su naturaleza, de la composición del personaje… Ingenio a raudales para resolver los problemas de identidad entre personaje e intérprete, del tiempo y el espacio. Y, si me apuran, para reírse de Diderot, de Stanislavski y compañía. Fernando Orazi, la última de la lista. Quienes vengan detrás que avisen, please.

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