La España cañí
Podriamos hablar de cronópolis, la sociedad humana que se define por compartir no un espacio común (España, Euskadi o Augusta Emérita), sino un tiempo común? ¿Es éste el tema que nos plantea en «Temas de Hoy» (ya estamos en plena cronópolis) Carmen Posadas en su libro «¡Quién Te Ha Visto y Quién Te Ve! Recordando los 60»? La prosa de Carmen Posadas no es prosaica ni su estilo es rebuscado.
No pontifica desde ningún púlpito, ni quiere vendernos moralina de la botica de «Pepito Grillo» -como ella misma confiesa-, ni quiere convertimos a ninguna causa. Es una excursión antropológica divertida (di-vertere: sacamos del camino trillado y monótono de tópicos manidos), lo que no quiere decir que no sea seria (las obras «sesudas» a veces son ridículas pero no divertidas). ¿Es la década de los sesenta una cronópolis bien definida (de-finere: poner el fin, el límite o la frontera)? La autora nos plantea esta cuestión. Ahí están sus fronteras: «Está como nunca, está como nunca, está como nunca... Fundador» (fronteras publicitarias); ahí está su fauna o bestiario crónico: los «niños bien», «los progres», «la España cañí», «las dos Españas», incluso «el niño bien que se hace rojo»; ahí están las barbas y las bufandas que funcionan como banderas éticas condenando al infierno de Marx y de Marcuse a la corbata como pecado mortal en la iglesia de prestes y sacristanes «progres».
La tesis central de Carmen Posadas parece apuntar con el título «¡Quién Te Ha Visto y Quién Te Ve!» a una década idealista en la que se veneraba al Che frente a esta otra en la que los mismos que ponían una vela a Marx hoy adoran «al becerro de oro» del BMW. ¿Hemos pasado de una cronópolis idealista a una cronópolis materialista? Hasta los paladines de la igualdad se confiesan hoy escuderos del Poderoso Caballero Don Dinero. Carmen Posadas nos advierte sin embargo que aún en la era de Juan XXIII y de los hippies «lo que realmente atraía a las chicas no era unos ojos lánguidos ni una sonrisa torcida a lo James Dean, ni siquiera un aire torturado a lo Montgomery Cliff, no, lo que realmente les dislocaba era... la marca del coche con el que las iban a recoger».
¡Vaya por Dios! Nos advierte Carmen Posadas que todos llevamos dentro ayer y hoy a un Mahatma Gandhi y además a un «romántico lobo estepario» y a su «menos recomendable hermano el lobo feroz» y que «en este mundo de tiburones en el que hoy vivimos hay que estar todo el día con el puñal en la liga». «En el fondo "plus ça change, plus c'est la même chose"». Termino de leer el libro de Carmen Posadas y -¡oh cielos!- veo en «la tele» al mismísimo Jesús Hermida, oigo la mismísima melodía de La Clave y veo la misma pipa, el mismo Balbín... En cambio ya no se llora con «Ama Rosa» sino con «La Dama de Rosa». Menos mal.
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